mayo 03, 2007

Todo es personal: fragmento

“Yo siempre había trabajado de manera muy cercana a mis colaboradores y para mí era importante mantener ese vínculo con la gente que me rodeaba, así que decidí remodelar un poco mi oficina. Lo primero que hice entonces fue quitar los cuadros —que si bien eran muy originales y reproducciones de grandes pintores, producían cierto distanciamiento— y colgué en su lugar una camiseta de fútbol autografiada que había mandado a enmarcar. Sabía que ese detalle podía parecer ridículo y que rompía con la estética del ambiente, pero a la vez estaba consciente de que me permitiría seguir mostrándome tal cual yo era. Que quienes me conocían e ingresaran en mi oficina rápidamente percibirían que yo no había cambiado mi actitud por el hecho de haber sido trasladado al piso del “top management”. Ocurrió que todo aquel que entraba allí generalmente comenzaba la conversación haciendo un comentario —favorable o irónico según las simpatías— acerca de la camiseta y esto generaba un contacto directo. La remera era una anécdota, podía haber sido cualquier otro elemento, pero lo cierto eraque transmitía un mensaje en código: la manera en que yo quería relacionarme con los demás”